En 1986 McDonald`s estaba a punto de abrir un restaurante en las
célebres escaleras de la Plaza de España en Roma. Carlo Petrini, un
crítico enólogo, estaba tan horrorizado, que inició un movimiento que
suma ya más de 100.000 miembros en 132 paises. Se llama Slow Food:
trata de proteger las tradiciones gastronómicas locales e incrementar el
interés en la comida que se consume, su origen, su sabor.
Arca del Gusto:
proyecto nacido en Florencia y con sede en esta ciudad, el Arca del Gusto es un catálogo internacional de alimentos en peligro de extinción creado por la Fundación Slow Food para la Biodiversidad en asociación con la región de Toscana. Su objetivo es proteger los alimentos autóctonos en peligro a causa de la industrialización, la globalización, las leyes sanitarias y los riesgos medioambientales. Los alimentos de la lista deben estar vinculados cultural o históricamente a una región, localidad, origen étnico o práctica tradicional de producción específicos, y también deben ser raros. Hay 37 productos toscanos en la lista: por ejemplo el pan de patata de Garfagnana y el biroldo, el cinta senese (cerdo autóctono toscano), el buey de Chianina, las cebollas de Certaldo, la bottarga de Orbatello (huevas de pescado saladas), mortadella de Prato, la palamita de mar (pescado)... En este enlace podrás encontrarlos todos:
A partir del movimiento Slow Food surgió el de las Slow City denunciando cómo la globalización está borrando las diferencias en tradiciones y cultura. Para convertirse en Slow City (o Città lenta como se conocen en Italia), las ciudades deben seguir ciertos principios, como depender sobre todo de los recursos autóctonos en lugar de la gastronomía y cultura de masas; disminuir la contaminación aérea y acústica; y recurrir cada vez más al desarrollo sostenible, como la agricultura ecológica y el transporte público. Toscana se enorgullece de las ciudades Slow City de Anghiari, Barga, Greve (en Chianti), Massa Marittima, Pratovecchio, San Miniato, San Vincenzo y Suvereto.
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