2ª Entrega de "Vacaciones en la Toscana": primer destino PISA

Segunda entrega del diario de "Vacaciones en la Toscana" de Efrén De La Fuente. No te pierdas sus consejos, recomendaciones y vivencias durante su viaje por tierras italianas.

Como todo el mundo, justo al llegar a Italia y nada más aterrizar, teníamos ganas de verlo todo, de comer pizza, pasta, lasagna, tiramisú, helados!!!!. Pero pensando con la cabeza fuimos a buscar el hotel y a dejar las maletas. Ahí te encuentras con la primera cosa a tener en cuenta: el aeropuerto de PISA está en las afueras de la ciudad (no muy alejado pues se puede llegar andando, pero no se recomienda). Nada más salir del mismo, en la mano derecha, hay unas ventanillas expendedoras de tickets para los autobuses; si llegáis muy tarde y están cerradas, no pasa nada. En la salida donde se esperan los autobuses también se pueden comprar tickets; intentad haceros con un mapa (en el aeropuerto suele haberlos).


Allí íbamos, en el autobús para la estación de tren y desde allí andando hasta el hotel (que según el mapa no estaba muy lejos). Un detalle curioso a tener en cuenta es que en los autobuses de Pisa por la puerta central del bus está prohibido bajarse, tenedlo en cuenta. Según iba andando por la noche con las maletas y cargado por la calle, pensaba que las ciudades turísticas fuera de su zona turística cambian mucho y justo esa zona no era muy bonita de ver. Pronto llegamos a la Pisa de la que había oído hablar. Hay que tener en cuenta que en Italia (y en Europa en general) anochece como 1 o 2 horas antes que en Galicia y la gente no acostumbra a frecuentar las calles a altas horas, con lo cual puede parecer un panorama desolador; pero no hay nada mejor que llegar al hotel y que sea acogedor, encender la TV y escucharla en otro idioma. Nuestro hotel era el Republica Marinaia de Pisa. La verdad es que solamente tengo palabras buenas para ellos: nos dejaban traer comida de fuera, nos daban siempre 2 botellas de agua gratis cada mañana, todo tipo de geles, etc. Y la habitación muy acogedora, mereció la pena andar…


Una vez en el hotel surge la duda… qué cenamos a estas horas?? YO QUIERO PIZZA!!! Otra vez a la calle, esta vez sin maletas gracias a dios, a buscar alguna pizzería abierta a esas horas. Por suerte encontramos una muy buena (La Mangiatoia) a 8,60€ una pizza grande para llevar y nos regalaron una lata de refresco. La gente respondió muy amablemente a mis preguntas sobre su cultura, el tiempo, el salami toscano, etc... La pizza era suficiente para comer 2 personas con lo cual una cena por 4,3€ cada uno está muy bien. Después de la aventura de acomodarse, empezaba un nuevo día! Qué ilusión! Qué toca hoy?? Algunos pensarán que en pisa no hay mucho que hacer además de ver la torre, pero se equivocan: Pisa está “próximo” a un lugar llamado La Spezia desde el cual se pueden visitar “Le cinque terre” que son un paraíso digno de ver y de los cuales no vamos a hablar ya que pertenecen a la provincia de Liguria y se escapa a los límites toscanos. 

Del primer día puedo decir que desayuné muy bien en la cafetería “Tiffany” delante de la estación de tren y a buen precio. AH! Y para cenar repetimos en La Mangiatoia que nos trataron como si fuéramos clientes fijos ya.
 

Ahora sí!! Nuevo día! Hoy toca ver Pisa!! Y que ver en pisa? LA TORRE!! Cogimos un autobús de la LAN BLU (más adelante hablaremos de las líneas) para la estación ya que desde allí y mirando bien al mapa es casi todo recto y muy fácil llegar a la zona turística. Uno se da cuenta de que se va aproximando al ver los precios de las cosas: te pueden cobrar hasta 3€ por un cappuccino. Por suerte encontré un sitio donde desayunar justo al cruzar el puente en plena plaza del mercado que se llamaba “Pasticceria Le Dolci Tentazioni”. Lo único que me convenció era que el precio del cappuccino era de 1,2€ (la mitad de los de su zona) y decidí probar.. ACIERTAZO! Tomé un cappuccino y una cosa rara que hasta el día no había escuchado hablar de ella: un cantuccio, que es como una empanadilla hecha de galleta de pasta del te rellena con algo (en mi caso con mora). Buenísimo!!. Desayuné por 2,40€ que no lo hago ni en el bar de mi calle y por encima la chica muy maja. 


Sigamos nuestra marcha hacia la torre de Pisa: antes de aproximarse, uno se da cuenta que se aproxima a la torre por el flujo de vendedores ambulantes que hay por la calle intentando venderte todo tipo de márketing (por llamarle de alguna forma), desde paraguas, imanes, pulseras, hasta trenecitos con letras de madera, y justo cuando nos paramos en una tienda a mirar los imanes (sí, yo soy uno de esos enfermos que compra imanes allá a donde va, no me llega la nevera para tantos imanes) sale un italiano, uno de esos italianos que uno se imagina cuando le hablan de Italia; aquellos con un acento tan marcado que parece que cantan y moviendo las manos a cada dos palabras que dicen. Tanto las movía que me invitaba a mí mismo a hacerlo inconscientemente y en unos minutos se convirtió en mi amigo. Hablamos del fútbol (calcio), de la Juventus de Turín, del Celta de Vigo, de política, de culturas, de cocina de nuestras ciudades, intercambiamos correos electrónicos y me hinchó de ofertas y de regalos de su tienda de souvenirs, aunque hay grandes momentos que poder disfrutarlos vale más que cualquier regalo, esta es otra de los buenos recuerdos que no te encontrarás en París, Alemania, etc.


Por fin llegados a la torre tras parar en todas las esquinas que uno se encuentra, el mármol reflejaba el sol y las colas eran enormes, las cuales invitaban a no subirse, y eso fue lo que hicimos, no subirnos. Un sentimiento de vergüenza ajena inunda los corazones de los que llegan por primera vez y se encuentran con el circo de gente haciendo tonterías con la torre de fondo, pero tan solo unas horas después te ves allí haciendo posturitas e intentando encuadrar la foto con un teléfono móvil con el brillo bajo para que dure mucho tiempo la batería.


Cuando regresábamos, y mirando cual sería nuestro próximo destino en Toscana, buscando un sitio para comer. Ignorábamos que comeríamos la mejor pizza que jamás habíamos probado. En una callejuela al cruzar el puente se encontraba “La Taverna di Pulcinella di Tamberi Patrizia”: el sitio parecía acogedor y el dueño agradable, lo conocía de haberlo visto días antes en tripadvisor así que decidimos parar.
No exagero si repito de nuevo la mejor pizza calzone que he probado hasta el día de hoy. Por 19€ comimos 1 pizza, 1 calzone, 4 aguas y 2 cafés, precio más que generoso. Ves como la amasan (aunque en Italia es algo muy común ya que existe el puesto de pizzaiolo y hacen las pizzas allí) y como la ponen en el horno de piedra. Una vez más una muestra de su cordialidad el cocinero se paró a hablar con nosotros para ver que tal todo. 

 
Por fin, con el estómago lleno, las buenas sensaciones del día de conocer a gente tan agradable y la torre fotografiada seguimos adelante con el viaje, próximo destino: Poggibonsi. Para ello debíamos tomar un tren que hacía escala en Empoli.

Cabe destacar que en el trascurso de estos días no solo hemos comido bien nosotros, algunos mosquitos también se pusieron las botas.



Quisiera acordarme cariñosamente de “Vasco” el chico italiano de la tienda de souvenirs, un cocinero italiano que ayudaba a su mujer en la tienda FIABA y que a pesar de mi manejo mediocre de la lengua italiana me divertí mucho con él. “Si sois españoles y pasáis por Pisa seréis bien recibidos aquí.”

Por Efren De la Fuente.

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